Hace pocos días publicábamos un artículo extraído de un dossier sobre ‘banca pública’ (Alternativas Económicas). El artículo era una demanda, bien argumentada, a enderezar el futuro de Bankia, hacia una entidad que, bajo gestión profesional, tuviera vocación real y efectiva de servicio a la sociedad como entidad independiente.
Como picar hierro frío, las altas instancias económicas y políticas del Estado se pasan por el forro objetivos loables como los mencionados, e impulsan una concentración bancaria a gran escala. De hecho, hay expertos que dicen que se trataría de una absorción, de Bankia por parte de Caixabank, y que según sus fuentes la decisión podría estar tomada en cuestión de días.
Lo cierto es que la noticia de la operación se extendió ayer sin mucho control, y las entidades tuvieron que correr a publicar, con nocturnidad, “información privilegiada” en la CNMV. Constatamos que dar malas noticias laborales en viernes se ha institucionalizado en España.
Con esta operación, el Estado conseguiría reducir considerablemente su participación accionarial en la entidad resultante. Esto es un aliciente político muy potente. Pero, ¿alguien ha pensado en las plantillas? ¿Y en la clientela? Durante los años pasados, las dos entidades y todas sus predecesoras, han cerrado una cantidad ingente de oficinas de atención al público. Asimismo, los servicios centrales han sufrido una drástica reducción. El coste laboral ha sido inmenso, y con esta fusión, si nadie lo remedia, las expectativas van en la misma dirección: más paro, menos oficinas de atención a la ciudadanía, menos competencia, peor servicio …
Emplazamos al Gobierno de las Islas Baleares a tomar posición en favor de los trabajadores de las entidades afectadas, y a ser proactivos y no reactivos, para evitar otro desastre laboral y social.
Y también emplazamos a la Dirección de BANKIA a dar alguna información al respecto a los sindicatos implantados en la empresa.