Cierres en Bankia

Hay sindicatos que han cambiado mucho su discurso desde que votaron afirmativamente la formación de los SIPs (Sistema Institucional de Protección, fusiones frías), allanando el camino a las direcciones que habían debilitado las cajas desde dentro y que, con todo, querían perpetuarse en sus puestos. En UOB no nos cansábamos de decir que la carcoma estaba en la cúspide y que los causantes de la crisis no podían ser los timoneles que dirigieran la salida. Sindicalmente, y en coordinación con los representantes del personal a los órganos de gobierno de Sa Nostra, Consejo de Administración, Comisión de Control y Asamblea General –donde había representantes de clientes, ayuntamientos, junta patronal, consejos insulares y trabajadores–, nos opusimos rotundamente y votamos NO a los SIPs, y a todos los acuerdos posteriores que nos llevaban a la bancarización. Dijimos que sería el fin de las cajas de ahorro y, lamentablemente, teníamos razón. Los sindicatos mayoritarios nos trataban de desestabilizadores y de poner en peligro el empleo. Nos ponían a la plantilla en contra en vehementes comunicados contra la posición de UOB. Ahora, estos mismos sindicatos se rasgan las vestiduras. Se quejan de la exclusión financiera, de la mala gestión directiva y de la sarta de EREs que ellos mismos han suscrito.

Los cierres de oficinas que siguen llevando a cabo las entidades bancarias resultantes de la reconversión de las cajas son el ejemplo paradigmático de la apostasía del modelo caja de ahorros: los directivos, estimulados por la coyuntura política de turno –de diferentes colores pero siempre recentralitzadora–, han renegado de la orientación social y de la proximidad al cliente; de la presencia en todos los pueblos y barrios; de querer dar solución a los problemas de los pequeños y medianos empresarios; de hacer la vida más fácil a los clientes mayores; de fomentar el ahorro entre los más jóvenes, la cultura y la conservación del patrimonio artístico de 130 años, etc.

En el caso de BMN, y ahora de Bankia, los cierres que se han llevado a cabo desde el inicio de la crisis han sido continuados, con ERE o sin, y ahora ya ni se toman la molestia de justificarlos. De hecho, ni siquiera se dan indicaciones ni herramientas a los trabajadores de la red para dar respuesta a las crecientes consultas de la clientela. Consultas que, por cierto, se han visto muy incrementadas, con razón, tras el envío centralizado a clientes de una desafortunada carta de incremento de comisiones.

Ahora, en la antesala de un ERE ya anunciado formalmente por Bankia, los cierres son al por mayor. El listado de los realizados o anunciados para diciembre 2017, enero y febrero 2018, contiene 145 entradas; ¡145 puntos de atención al cliente que bajan la barrera! Con estos cierres la empresa no actúa de buena fe, porque incrementa la presión sobre la negociación del ERE, reduciendo las posibilidades de movilidad funcional y de recolocación de trabajadores dentro de un radio geográfico razonable. ¡En el caso de los trabajadores insulares, el efecto es más pernicioso!

El menosprecio histórico de BMN para con el territorio de las Islas Baleares se ha contagiado a Bankia. Del análisis del listado constatamos 21 cierres en Palma, la ciudad de largo más castigada. 35 en la provincia Islas Baleares, también la más afectada. ¿Qué dice el director territorial, además de felicitar las navidades en verso? Emplazamos a nuestros representantes políticos a continuar los contactos con Bankia, entidad propiedad del Estado, ¡y reclamar la reversión de los cierres de centros de trabajo en defensa del empleo!